martes, 14 de diciembre de 2010

DE ACCIÓN Y CANCIONES

                                                                                          Por culpa de Quique.

Cada canción era mejor que la anterior. Cada roto de voz o cada silencio acompañaban irremisiblemente al rechinar de mi piel contra sus uñas. De mi barbilla y su cuello. Cada suelto verso inoculaba nuestra lujuria a manos llenas. No podíamos dejar de amarnos porque era el momento y Quique acompañaba. Cada esperanza de improvisación en las notas nos hacía más libres, más plenos. No te llevaste la luna debajo del brazo, era de día. No te empapaste del salitre que me marcó para siempre, estábamos en el centro de la península. Pero sin duda guardaste un trozo de mi único. Hiciste de mí un viento sin ciudad al que no le inquietan los relojes.

Pero de repente se detiene el mundo. El maltrecho baño portátil que nos cobija deja de agitarse. Mudas el rostro. Tan ecuánime como fría sentencias como quien dicta un poema:
-          - No podemos perdernos esta canción.-

Te veo desaparecer entre el público. Suena “Polvo en el aire”, como no podía ser de otra manera.

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