Desde el inicio inconcreto
de este simulacro de verano
era suficientemente tarde
para arañarnos el alma o la piel,
para desearnos de lejos,
para hacer de noches laborables
un reducto de voz quieta
desde el comienzo de la historia
donde comencé a desdibujarme,
desde los cigarros a medias y la gloria,
allí donde suelo quedarme
atenazado por el miedo a que el avance
me arrastre al lado del olvido,
al punto exacto en el que los hechos
se enturbian por las ilusiones
Allí lograrás encontrarme
porque dejaré unos versos como fianza,
donde quedan los amaneceres
que no compartimos ni me contaste