miércoles, 20 de octubre de 2010

Acabó la tormenta


Acabó la tormenta. Será que posiblemente el cielo no rompa a llover. Será que una ambulancia atraviesa la avenida que hay debajo de casa. Los últimos borrachos del bar de la esquina vuelven a sus casas con nuevas promesas de planes de antemano cancelados. El matrimonio que vive enfrente ha dejado de ver la televisión, sin hablarse como siempre, para ir a dormir a su habitación en la que no puedo ni debo espiar porque el pudor no me lo permite. Será que el camión de la basura está por llegar para arrojar las mentiras pero el caso es que acabó la tormenta y vuelvo tan vencido como antes a la cama. Menos perdido pero más precario arrojo las ganas de despertar en un rincón y rememoro los antiguos desvelos antes de dormir. Pasó la tormenta. Pasó el sudor que queda a medias. Pasó el oportuno aliento y quedo yo, tan solo y gris como cuando creí o quise estar enamorado. Pasó todo y queda tanto por llegar que no sé si tendré horas para estar despierto.

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